Motivación

La Solidaridad es una exigencia de nuestra dignidad humana compartida, y el deber de que, cada ser humano, según sus circunstancias, sea responsable de los demás.

En este año 2024, se nos dice que “Tenemos que reaccionar, superar la indiferencia y actuar ante la desigualdad que condena al olvido a los marginados, a mujeres, niños, ancianos y personas que representan los desheredados de la tierra, los descartados.

Solo con la participación y el compromiso de todos es posible caminar hacia un mundo donde los derechos humanos dejen de ser una declaración de intenciones para convertirse en justa realidad.

 Marcos 1, 40-45

En aquel tiempo se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:

— Si quieres, puedes limpiarme.

Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo:

— Quiero: queda limpio

La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio.

Él le despidió encargándole severamente:

— No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.

Pero cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aún así acudían a él de todas partes.

Palabra de Dios

NOS LO DICE “MANOS UNIDAS”

En Manos Unidas apostamos por “liberar a la humanidad de la pobreza, el hambre y la desigualdad” para afrontar el reto de la dignidad. En 2024 nos enfocamos hacia un planeta sostenible, sin pobreza, hambre ni desigualdad, porque existe una “íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta” (LS16).

Para los pobres más olvidados de nuestra oprimida y devastada tierra, que “gime y sufre dolores de parto”, (LS 2) son inseparables la preocupación por la naturaleza y la justicia con los empobrecidos. Porque la dignidad humana está íntimamente ligada al derecho a vivir en un medio ambiente sano y a disponer de forma equitativa de los recursos de la tierra.

PADRE NUESTRO     (todos juntos)

ORACIÓN FINAL       (todos juntos)

Señor, tal vez no tenga muchas cosas para dar,

pero he recibido muchos dones

para compartir con los demás.

 Enséñame a no ser egoísta, a pensar primero en los demás

y a compartir con alegría.

Enséñame a compartir lo que soy y lo que tengo.

Que no me apegue a mis cosas y me las guarde,

sino que aprenda a ofrecerlas,

para que todos puedan disfrutar con lo que he recibido.

Tengo mucho para dar, y mis bienes

y talentos se pueden multiplicar si los comparto.

Jesús, cambia mi corazón

y que comparta lo que tengo

porque dando se recibe y compartiendo

se descubre tu presencia en nuestro corazón. Amén